Encontré mi poesía sin rima
en tus blancas y claras palabras,
mi prosa en tus diferentes caras,
describí tus ojos, tu dulce clima.
Hernández me enseño a dibujarte,
con sus versos me volví como el toro,
luchador, incansable, vendaval sonoro,
Benedetti me ayudo a disfrutarte.
Escritura de castigos proféticos,
desahogo de mis letras sin destino
en una antigua tarde de noviembre
Y ahora hago esta elegía a mi camino,
despido estos mis antiguos versos
con un adiós y un regalo por septiembre.