domingo, 21 de abril de 2013

DE LA LATINA A TRES OLIVOS


Como cada Jueves de nuevo la maleta,
una rutina, un ritual de hasta luego,
como dos amantes a tiempo parcial,
cada día, para mi, Madrid es más mujer.

Me pongo de nuevo a viajar,
al metro, no llego, 3 minutos, esperar.
De La Latina a Tres Olivos hay tiempo,
en concreto, 14 estaciones, un trasbordo.
Lineas verde y azul, tus ojos, que dura casualidad.

Y entonces me pongo a escribirte sin saberlo,
en parte te robo, te quito la esencia y te plasmo.
Veo ojos de lluvia vaciarse en Nuevos Ministerios
y otros llenos de peso montarse en Chamartín
me recuerdan a cuando me dejaste ocultarte la mirada
tan libres, tan profundos, olían tanto a cambiar.

Siguen pasando las paradas, dos minutos, carreras,
las miradas tras el sprint son claras
todos se dan cuenta de lo inútil y alienado que es,
es tan rara la vida que corres para poder pararte.

Una mujer mira el cuaderno interesada,
es mayor, ya sabe que no vale guardar las formas.
Una mirada, sigo escribiendo, la señora, cómplice, sonríe.
Ya se acerca mi estación la salida, de nuevo a correr
empujones, en el metro no se hacen amigos.

Me gusta pensar que me muevo de verdad
y que estos versos de viaje nunca acabarán
que alguna vez te cederé el asiento y la sonrisa
que alguna vez no llevare cascos ni escribiré absorto,
en la maleta me faltan dos conceptos, mujer, Madrid.

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