lunes, 9 de diciembre de 2013

EL DESAYUNO DEL LUNES

7 de la mañana y esta Bracara Augusta sigue sin amanecer,
se ha acostumbrado tanto a irse pronto a dormir,
que ha podido ver que por las noches, cuando todo está oscuro
se hacen las cosas más bonitas del mundo.

La verdad, la ducha está helada, la casa está fría
y mis ganas de salir al puto empedrado son las mismas
que las de volverte a ver, es decir, ninguna.
Por lo menos hasta que salga el sol, tenga calor, y un motivo firme.

Dicen que para amanecer lo mejor es pasar de todo
osea, no hablar con nadie, no cruzarte con nadie, 
no ser persona.
Como si eso la gente lo supiese, ni que fueran todos zombies.

Vuelvo a la cama, lo cierto es que aun no me he levantado,
es de imbéciles creer que a estas horas, a esta altura, uno se levanta fácil
y más si duermes solo.
Para los que lo hacen acompañado todo es más fácil, menos el quererse,
por una razón o por otra siempre te levantas antes, va mucho con el sexo,
la cama es el mejor termómetro para decidir en que puto punto estás de tu vida.

Consigo poner un pie a tierra, siempre el izquierdo,
me gusta empezar ya la mañana con retos, jodiendo al destino.
Abro el armario y no me encuentro, de nuevo habrá que disfrazarse.
Mientras, busco un espejo que no tengo, meo tranquilo, me lavo y respiro.

Y ahora viene lo mejor, quedan 10 minutos para empezar la clase,
15 de camino por las calles, sino me atropella algún portugués,
y solo necesito 5 segundos para decidir que no he venido a ser correcto
que llegue a Braga para equivocarme.
Que prefiero empezar el lunes con un buen desayuno.

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