lunes, 23 de diciembre de 2013

EL REENCUENTRO

Hubo un día en aquellos miles de momentos,
en el que decidí que estaba preparado para volver a verte.
Que tenía el valor para enfrentarme a ese gran miedo
que llevo sangrando en versos desde mi primer intento de poeticidio.
Que estaba preparado para morir con tu reencuentro.

Un reencuentro no es solo el habernos visto
aunque casi nos tumbe el corazón
cada vez que nos encontremos en el anden.
- cada día tardan más estos malditos metros,
así es imposible dar esquinazo a un recuerdo -
Un reencuentro no es solo saber que existes y tratar de olvidarlo.

Aquel día de octubre prometí dejar de dedicarte las borracheras,
esas con las que lleno las noches que empecé a amar cuando ya no estabas,
contigo la noche no era necesaria para sentir orgasmos.
Un reencuentro no es mandar un whatsapp mientras enamoras a otra
a una conversación de distancia.
No vale ponerse un salvavidas a dos minutos de distancia para no morir solo.

Lo decidí como el emperador que capitula, en una guerra sin final,
que quiero volverte a ver para olvidarte, como un mal sueño,
como Dalí con los motivos de sus cuadros.
Un café a cambio de no sangrarte más, de no beberte más noches.
Un reencuentro para no sentirte más, para no esconderme en el metro
para dejar de ser tu falso amigo con el que nunca hablas.

Lo que no pensé aquel día, ni tres meses después, es el cómo,
aun me queda el defecto de pensar que contigo eso no importa,
como si esto fuese como antes y España siguiese teniendo derechos.
Como si esto no fuese como ahora y siguieses queriendo sonreírme.

Levanté el teléfono e intenté llamarte, con las pulsaciones acopladas.
Esperé mientras me daba cuenta que no contestabas, hasta que no contestó.
Nadie cogió aquella mano lanzada para una paz necesaria
me di cuenta que tu tenías más miedo de verme.
Infelizmente las cosas de reencontrarse, como las de encontrarse,
no tienen sentido sino quieren los dos.



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